Un estudio demuestra que jugar al futbol de forma profesional es un factor que predispone a la aparición de un trastorno del sueño en fase REM, que unos años después puede evolucionar a demencia.
Un estudio del Hospital Clínic (Barcelona) asoció que haber sido futbolista profesional es un factor de riesgo para desarrollar, décadas después del retiro, trastornos del sueño en fase REM y demencia por golpes repetidos en la cabeza durante el juego, lo que aconseja implementar medidas preventivas, especialmente desde edades tempranas.
El estudio, publicado en la revisa Journal of Neurology, lo coordinó el doctor Álex Iranzo, neurólogo del Hospital Clínico y jefe del grupo de neurofisiología clínica del centro de investigación IDIBAPS, y consistió en estudiar los datos de 228 pacientes varones atendidos por sufrir trastorno del sueño en la fase REM.
En condiciones normales, en esta fase la persona no se mueve ni habla, pero quienes sufren dicho trastorno, que son sobre todo varones de más de 50 años, hacen movimientos bruscos, hablan y tienen pesadillas recurrentes.
La evidencia científica ya demostró que este tipo de trastorno acaba conduciendo a una demencia con cuerpos de Lewy o enfermedad de Parkinson.
El estudio del Hospital Clínic analizó 228 varones diagnosticados entre 1994 y 2022 con trastorno del sueño REM y observó que seis (el 2,63 %) habían sido, 40 años antes, futbolistas profesionales, con una media de 13 años de carrera.
De los seis futbolistas retirados, cinco de ellos acabaron desarrollando Parkinson o demencia con cuerpos de Lewy cuatro años después del trastorno de sueño de fase REM, 44 años después de haber dejado el fútbol.
Los datos se compararon con otro grupo de 228 hombres con otros trastorno del sueño que no eran de fase REM y ninguno de ellos había sido futbolista (0 %), mientras que, en la población general, el porcentaje de varones que fueron jugadores profesionales durante los años 60 y 70 del siglo pasado resultó ser el 0,062 %.
De esta manera, los investigadores encontraron que, aunque eran una minoría los futbolistas que acababan teniendo trastornos de fase REM y demencia, representaban un porcentaje mayor respecto a la población general.
Así, “el trastorno del sueño en la fase REM estadísticamente se asocia a haber sido futbolista y más tarde con desarrollar una enfermedad neurodegenerativa y, aunque no sabemos por qué pasa, una hipótesis son los golpes en la cabeza”, ha indicado Iranzo.
El médico consultor de Medicina del Deporte del Clínic Gil Rodas remarcó por su parte que este y otros estudios sobre deportes de contacto corroboran la necesidad de aplicar medidas de prevención para reducir los golpes en la cabeza.
Rodas indicó que, en el caso de traumatismo craneal por el choque de dos jugadores durante la disputa de un balón, se debería respetar si no se observan complicaciones un plazo de seis días antes de regresar a la competición.
En esta recuperación paulatina, se debe esperar 24 horas y, si no hay sintomatología, comenzar a partir de la segunda jornada con ejercicio solo aeróbico (como bicicleta) e ir incrementando progresivamente la actividad física.
Rodas destacó que mujeres y niños tienen más riesgo de sufrir conmociones cerebrales por golpes, por lo que “hay que tenerlos más cuidados”.
En este sentido, valoró iniciativas como las que ya aplica la federación inglesa de fútbol para limitar en menores de edad los cabezazos durante los entrenamientos.
Otros estudios observaron que la incidencia de traumatismos craneales es inferior en los deportes en los que los jugadores llevan casco, como el fútbol americano o el hockey sobre hielo, aunque los expertos descartan que esta o medidas similares de protección puedan ser aplicables al fútbol.
“Es más una cuestión de educación para evitar choques y fomentar el ‘fair play’, aunque también se puede aplicar estrategias de fisioterapia muscular que fortalecen el cuello y reducen el impacto traumático en la cabeza”, resaltó por su parte Iranzo.
EFE.